Juan 15:1 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitara; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiara, para que lleve más fruto”.
¿Cómo se producen las uvas en las ramas de la vid? El hecho de que las ramas están conectadas con la vid, hace que la sabia de la vid, que fluye por el tronco llegue a las ramas, y las ramas fructifiquen para que produzcan uvas. Las ramas no pueden producir por si solas ni un solo fruto por más que lo intenten.
Si Jesús es la vid y nosotros las ramas conectadas a la vid; eso quiere decir que nuestra vida al estar conectada con Jesús, va a producir a Jesús, la vida de Jesús, el carácter de Jesús. Gálatas 2:20 dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amo y se entregó por mí”.
Es la vida de Jesús reproduciéndose en mí, porque él es la vid y yo soy simplemente la rama. La vida cristiana no consiste en hacer un esfuerzo para que nuestras vidas sean transformadas. Nosotros tenemos una responsabilidad en esta transformación, pero ningún ser humano tiene el potencial de transformarse así mismo.
Esa transformación se produce en el creyente por causa de la vida de Jesús actuando en nosotros. Él es quien nos transforma de adentro hacia afuera, para que seamos cada vez más parecidos a él.