Mateo 22:37-40 “Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.
En estos versículos se le pidió a Jesús que identificara el mayor mandamiento, a lo que él respondió: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.
Muchos de nosotros sabemos que estos son los dos grandes mandamientos, pero no tenemos ni idea sobre como demostrar ese amor. ¿Dónde nos encontraríamos hoy si Jesús hubiera escogido reservar el mayor acto de amor –el sacrificio de su propia vida- hasta que alguien le demostrara que lo amaba o aceptaba primero? O, ¿qué si ese regalo de salvación hubiera dependido de nuestro reconocimiento y amor hacia el Dios Todopoderoso?
1 Juan 4:7-8 nos dice lo que Dios requiere de nosotros, y es que amemos a nuestro prójimo no solo cuando sea bueno con nosotros o sea fácil de amar. Debemos amarlo por completo, de la misma manera en que Cristo nos ama.