Deuteronomio 6:5 “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”.
Para amar a nuestro Señor con todo nuestro corazón, alma y fuerzas, debemos llegar a conocerlo. Primero, a través de memorizar y meditar en su Palabra. Entonces, Jesús toma nuestro amor un paso adelante; en Juan 14:21 cuando dice: “El que tienen mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama…”.
Memorización y meditación es el corazón y alma de Deuteronomio 6:5, mientras Juan 14:21 es el poder. Después de repetir la verdad a través de la meditación, tomamos el estado de vida real y ¡la vivimos!
Cuanto más nos enamoramos del Señor, deseamos servirle, esto requiere algo de nuestro esfuerzo personal. Aplicarlo, toma nuestra fortaleza, darnos cuenta que solo nuestra fortaleza no nos hace una buena persona, pero nuestra obediencia al poder de la Palabra de Dios, hace la diferencia.
La Palabra tiene que levantarse desde mi corazón y desbordarse en los surcos de mi vida. Los surcos son esos deseos egoístas y acciones que, se convierten en hábitos no piadosos, que marcan la vida de una persona.