Colosenses 3:17 “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.
Uno de los más grandes y feos defectos del ser humano es la ingratitud. Los seres humanos buscan todas las explicaciones posibles para no tener que darle a Dios la honra y darle las gracias. En Filipenses 4:6 se nos exhorta a ser agradecidos: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas nuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”, y 1 Tesalonicenses 5:18 dice “dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.
En Lucas 17:11-19 hay una historia de 10 leprosos que pidieron al Señor Jesús que tuviera misericordia de ellos; Y el Señor tuvo compasión de ellos y los sano a todos. Lo que se resalta en esta historia es la ingratitud de 9 de ellos, pues solo uno, al ver que había sido sanado regreso “glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias” (V 15-16).
Debemos desarrollar el hábito de la gratitud para combatir el descontento. El ser agradecido es la única manera para llevar a cabo el propósito de nuestra existencia: glorificar a Dios.
Colosenses 3:17 nos dice: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.