Lucas 2:10-11: “Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”.
Ese Dios eterno que nunca fue creado se encarnó, adopto la naturaleza humana. Juan 1:14 dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne y habito entre nosotros”. La palabra habitar es: monto su tabernáculo Cristo vino y monto su tienda aquí en medio de los hombres. “Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”.
A través de esa encarnación el Señor llego a ser miembro de la raza humana. La promesa estaba siendo cumplida: “os ha nacido un Salvador”. Mateo 1:21 dice: “Y dará a luz un hijo, y llamaras su nombre JESÚS porque el salvara a su pueblo de sus pecados”.
El nombre Jesús significa: Salvador, Dios de Salvación. Y la pregunta que muchos se hacen es: ¿de qué vino él a salvarnos?
Cristo vino a salvarnos del mayor de todos los males: de la culpa, corrupción, poder y castigo del pecado. Esa encarnación de Cristo es el primer paso para la solución del problema más grande que tiene el hombre. Dios vino a salvar a los perdidos, aquellos que se habían revelado contra él, personas que no podían hacer nada por si mismos para salvarse.
Jesucristo vino a la tierra a salvarnos, nosotros no podíamos liberarnos de las consecuencias del pecado. Hay buenas nuevas de gran gozo, porque Dios por medio del sacrificio de su único Hijo logro la solución del problema del pecado.
Son nuevas de gran gozo porque esa salvación es para todos los que crean en él. Cristo es el Mesías, el ungido, él se ofreció a sí mismo como sacrificio por nuestros pecados.
“Os traigo nuevas de gran gozo, os ha nacido en la ciudad de David un Salvador”. Un Salvador que puede hacer por ti, lo que tú no puedes hacer por ti mismo: darte el perdón de tus pecados.