Lamentaciones 3:25-26 “Bueno es Jehová a los que en Él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová”.
Hay tres cosas que podemos aprender de este versículo:
Número uno, bueno es Jehová para quienes esperan en Él.
Esperar en hebreo es “qavah” y significa “mirar a Dios, unirse a Dios, estar atado o ligado a Él”. La palabra “qavah” tiene que ver con nuestro espíritu mirando a Dios y uniéndose a Él. Cuando esperamos en Dios teniendo en cuenta esta palabra sucede lo siguiente: recibimos los deseos, los pensamientos de Dios, la Palabra de Dios y llegamos a ser uno con el Señor. Esto quiere decir que entre mayor intimidad con el Señor, más oportunidades tendré de conocer Sus pensamientos y sus planes para mí. Jeremías 29:11, “Yo sé los planes que tengo para ustedes”.
Números dos, buscarle. Para muchos es más fácil mientras esperan en el Señor alejarse de su presencia, ignorando que aquello que te hace fuerte durante ese tiempo es buscarle, estar en su presencia día tras día sin importar cuánto tiempo pase hasta que el Señor responda. En Jeremías 29:12, el Señor nos hace una promesa muy hermosa, “cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón”; es decir que Dios desea ser encontrado, pero muchas veces la actitud de nuestro corazón para buscarlo no es la más correcta. La mejor manera es buscarlo de corazón, con intenciones puras.
Finalmente, esperar en silencio. Otra acepción del verbo esperar en hebreo es “dumiyah”. Esta palabra implica acallar, estar en reposo, o esperar en silencio. Es decir debemos esperar en silencio. Aprendamos de Job quien durante el tiempo de su prueba nunca renegó de Dios, sino que siempre esperó en Él. Puede llegar a ser muy difícil esperar en Dios, pero si te desesperas, ¿será que podrás ayudarle para que te responda rápidamente? NO, para nada.
Es por ello que sin importar cuánto tiempo pase, Dios cumplirá en su tiempo perfecto, y recibirás eso por lo cual has estado clamando. Y si de pronto no confías en medio de la espera, déjame recordarte este versículo: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” (Números 23:19).