Salmos 90:4-6 “Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que paso, y como una de las vigilias de la noche. Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, como la hierba que crece en la mañana. En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada, y se seca”.
La vida es corta; si tu vida en esta tierra terminara hoy, ¿estarías listo(a)? a nadie nos gusta pensar acerca de esto, pero la realidad es que este podría ser nuestro último día de vida, y esto no debe asustarnos, al contrario, reflexionemos acerca de esto.
Dios determina el final de los días para el hombre aquí en la tierra según sus propósitos, estamos a su disposición, dependemos de él para cada suspiro que damos. Mil años desde nuestro punto de vista pareciera un tiempo muy largo; pero si vamos a vivir correcta y sabiamente, necesitamos ver nuestros años, días, horas y momentos desde el punto de vista de Dios.
Una vigilia en la noche es un lapso de tiempo de cuatro horas, y cuando estas dormido ni cuenta te das de lo que paso. La vida es así, como una vigilia de la noche que pasa tan rápido que ni siquiera nos damos cuenta de lo que paso.
¿Has visto las huellas que quedan en la arena cuando alguien camina por ahí? Así es nuestra vida, pensamos que estaremos aquí por un largo tiempo, pero entra la marea y las huellas se borran, nadie sabe ni siquiera que hemos estado ahí. Pasan horas más tarde y no queda nada. Así es la vida. Muchos de nosotros estamos inconscientes de lo que sucede a nuestro alrededor en el reino eterno, en las cosas que realmente importan, no estamos conscientes de la brevedad de la vida, es como si estuviéramos durmiendo a través de ella y no nos damos cuenta que tenemos un Dios a quien daremos cuenta un día.
No solo mi vida es corta, sino la vida de quienes nos rodean son cortas también. Cada uno de nosotros tenemos amigos y familiares y vecinos que no tiene ninguna relación con Jesucristo, y la muerte está golpeando a su puerta, y la mayoría de ellos no tienen ni idea. Cada una de esas vidas son cortas y no sabemos cuánto tiempo los tendrás, Quizás no tengas otra oportunidad de decirle a ese familiar, amigo(a), esposo(a): te amo, y le doy gracias a Dios por ti, o te perdono, o tal vez, perdóname tú a mí. Y lo más importante: presentarles a Cristo. ¿Estás viviendo como si fueras a estar aquí para siempre, echando raíces demasiado profundas aquí? Si es así, déjame decirte que todo es arena y hay una marea entrando, y esas huellas o esos castillos de arena no estarán ahí mañana. Esta tierra es solo la orilla del mar, es como un campamento, somos solamente peregrinos de paso por aquí que vamos de camino a nuestro verdadero hogar.