1 Pedro 5:10 “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después de que hayáis padecido un poco, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”.
No sé si ya hayas aprendido que con cada aflicción que te enfrentes viene una lección. Y cada lección te llevará a una promoción de parte de Dios y ¿sabes por qué? Porque la aflicción tiene dos objetivos específicos en la vida de un creyente: uno, hacernos crecer y, dos, prepararnos para lo que Dios desea de nosotros.
Como resultado, la aflicción no debe ser vista como un enemigo del creyente, sino más bien, como un aliado en tiempos de crisis, porque cuando esta se presente a tu vida es porque Dios va a probar tu fe y te llevara a confiar en él.
Dios siempre estará con nosotros y nunca nos abandonará, Isaías 41:10 dice: “no temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Después de la aflicción es normal sentirnos cansados y sin fuerzas, sin embargo debemos entender que: “Jehová es bueno, fortaleza en el día de angustia” (Nahúm 1:7). La Palabra de Dios te servirá para aumentar tus fuerzas para seguir adelante.