Mateo 25:14-15 “Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamo a sus siervos y les entrego sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos”.
Una de las mentiras que las personas han abrazado, es pensar que la vida es nuestra, que no tenemos que dar cuenta a nadie y que por lo tanto podemos hacer lo que queramos; pero esta parábola nos dice que somos administradores de lo que Dios ha puesto en nuestras manos, y que algún día le daremos cuentas.
Dios ha puesto recursos, nos ha dado habilidades, dones, nos ha dado familias, nuestras influencias, dinero, conocimiento, salud, capacidad de razonar, tiempo, nuestros sentidos, intelecto, afectos; todo es un préstamo, somos administradores de lo que Dios nos ha dado.
Todo lo que tú tienes eso es un talento. El que tu sepas leer debes aprovecharlo para la gloria de Dios, no leyendo tonterías, sino cosas de valor. Santiago 1:17 dice: “Toda buena dadiva, y todo don perfecto proviene de lo alto, del padre de las luces”.
Debemos ser prudentes y sabios con el uso que hacemos con lo que Dios ha dejado en nuestras manos. Hay personas que creen que lo que tienen es porque ellos se lo ganaron; y 1 Corintios 4:7 nos dice: “Porque ¿Quién te distingue? ¿O que tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿Por qué te glorias como si no lo hubieras recibido?”.
Hermanos, todo, nos lo ha dado Dios; pero a veces actuamos, vivimos, y reflejamos una actitud de soberbia pensando que nos lo ganamos. Toda nuestra vida, con todas nuestras habilidades, con todas nuestras oportunidades, nuestros recursos y relaciones pertenecen a Dios. Seamos intencionales, no dejemos las cosas al azar para ver como salen en la vida, sino que vivamos intencionalmente para la gloria de Dios.