Lucas 5:18-19 “Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralitico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. Pero no hallando como hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús”.
La fe nos puede llevar a hacer cosas extraordinarias para obtener un milagro de parte del Señor Jesús. Y la fe es todo lo que necesitamos para que Dios haga conforme a su voluntad y nos conceda los deseos de nuestro corazón.
Con fe es posible agradar a Dios. Al leer la mayoría de los textos en los que el Señor Jesús efectuó un milagro, el común denominador siempre fue la fe. Santiago 1:6 dice: “pero pida con fe, no dudando nada”.
Lo cual nos enseña una gran verdad: todo aquel que se acerca al trono de Dios sin fe en busca de algo, no lo obtendrá porque “sin fe es imposible agradar a Dios” Hebreos 11:6. La historia no lo dice explícitamente, pero la fe que tenían los amigos del paralítico de este texto de Lucas era grande, muy grande y tanto es así que, los llevó a hacer algo extraordinario, abrir un hueco entre las tejas para bajar al enfermo y, ¿sabes por qué lo hicieron?
Ellos sabían que en Jesús había un poder extraordinario y ellos querían ver lo sobrenatural del reino de Dios en ese momento, estuvieron dispuestos y lo obtuvieron, tuvieron su recompensa.
Hebreos 10:38 dice: “Más el justo por la fe vivirá”; los hijos de Dios vivimos por fe y para fe. Por lo tanto, nuestra mirada no puede estar fija en la adversidad o en lo imposible que nuestros ojos naturales puedan ver, no.
Nuestra mirada debe estar siempre puesta en Dios, porque su Palabra nos enseña en Salmos 121:2: “mi socorro viene de Jehová”. Si tienes “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2), entonces todo será posible, pues Jesús dice en su Palabra que: “al que cree, todo le es posible” (Marcos 9:23).