Romanos 5:3-4 “Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza”.
Aprende a regocijarte en la aflicción. El diccionario define la palabra regocijarse como alegrarse. La Biblia nos exhorta a hacerlo. En medio de la adversidad lo único que nos queda es seguir confiando y orando a Dios para que tome control de todo en todo tiempo. Habacuc 3:18 dice, “con todo yo me alegraré en Jehová”, quiere decir que sin importar qué tipo de circunstancia esté atravesando, la actitud del creyente debe ser de gozo. Mi gozo viene de Jehová, no me lo da el mundo ni nada ni nadie.
La aflicción nos enseña paciencia. ¿Recuerdan a Job? Todo por lo que pasó y cuánto tiempo tuvo que esperar pacientemente hasta que Dios le restituyó todo. Ciertamente “muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará jehová” (Salmos 34: 19). Mientras pases por el desierto, tu esperanza debe estar en Dios. Si él permite la aflicción en tu vida, entonces debes confiar que igualmente te sacará de ella. Juan 16:33 dice: en el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”. Confía, sé paciente.
La paciencia produce fortaleza de carácter. Romanos 8:28 dice, “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Son todas las cosas las que nos ayudan, aún la aflicción, es tiempo de ver la aflicción como un aliado no como algo malo; es por ello que debemos regocijarnos cuando venga a nuestra vida, pues es signo de que lo mejor aún está por venir a nuestras vidas.
Confiar en Dios hasta que nuestra fe sea fuerte y constante. Para que nuestra fe llegue al punto de ser fuerte, deberá ser probada a través de la aflicción. Lo único que le queda al ser humano en medio de la aflicción cuando todo lo ha perdido se llama Dios. Jeremías 33:3 nos dice: “clama a mí y yo te responderé”. A veces en medio de la aflicción no sabemos a quién clamar, “y esta es la confianza que tenemos que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). Si aún hay confianza en ti, clama. Solo la confianza y la esperanza permitirán que tu fe sea fuerte y pueda ser constante.