Mateo 1:19-20 “José su marido, como era justo y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es”.
Muchas veces llegamos a pensar que nuestros pensamientos y nuestras intenciones son solo nuestras y de nadie más. Pero olvidamos que Dios conoce absolutamente todo de nosotros, algunos, inclusive, llegan a pensar que su secreto más profundo, Dios no lo conoce.
En el versículo anterior vemos que José tuvo una intención en el corazón y creyó que nadie sabía lo que iba a hacer. Pero dice la Palabra que él, siendo un hombre justo, la dejaría en secreto para no abochornarla en público. Pese a su “buena intención”, este no era el Plan de Dios, sino el suyo; por lo cual, el Señor envió un ángel que hablase con José para que no hiciera tal cosa.
Dios conoce nuestro corazón. Nada que hagamos por tratar de ocultarle a Dios nuestros pensamientos tendrá éxito. Proverbios 4:23 dice: “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. Si hay un lugar en el que Dios desea habitar es en nuestro corazón, por eso nos exhorta a guardarlo.
Pero, ¿por qué debo guardar tanto mi corazón? “porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias” (Mateo 15:19). Es en nuestro corazón donde todos los pensamientos y las intenciones toman forma; por ello, Dios desea que lo guardemos celosamente. José quizá pensó que esta intención que tenía era “buena” y que si dejaba a María todo volvería a la normalidad. Lo que él desconocía era el plan de Dios y su propósito.
Tal vez tú también has tenido intenciones, pensamientos que han ido en contra del plan de Dios para tu vida. Solo quiero decirte que, nada de lo que pienses está exento de no ser revelado por Dios.