1 Pedro 3:17 “porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal”.
Hacer el bien es justamente lo que muchos llaman malo, pero que es bueno ante los ojos de Dios. Padecemos cuando llevamos nuestras ofrendas al altar, mientras el mundo nos juzga, pero ellos gastan su dinero en alcohol, vicios y otros. Padecemos cuando tomamos de “nuestro tiempo” para la obra cuando muchos lo malgastan viendo televisión o yendo a otros lugares. Padecer haciendo el bien, es hacer aquello por lo cual fuimos llamados. Todo creyente debe estar dispuesto a padecer por causa de nuestro Señor Jesús y si piensas lo contrario, entonces estás en el lugar equivocado, porque el evangelio nunca será cosa fácil.
En ocasiones o situaciones tan simples decidimos hacer el mal por encima del bien, por ejemplo: al ver a una persona necesitada, sabemos que debemos actuar y darle de comer o de beber, cualquiera que sea su necesidad, sin embargo, nos hacemos de la vista gorda e ignoramos el padecimiento de esa persona, ahí fuimos vencidos y terminamos por hacer el mal.
Muchos siervos de Dios han sido vituperados, calumniados y maltratados haciendo el bien, pero nada los detiene de hacer aquello por lo cual fueron llamados. En el mundo habrá aflicción, eso lo sabemos, pero lo que nos cuesta entender es cómo es posible que haciendo la obra del Señor debamos padecer. A pesar de estas cosas, somos exhortados a algo muy específico: “no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (1 Pedro 3:9).