Mateo 6:25 “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, que habéis de comer o que habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, que habéis de vestir, ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”
Cuando el afán llega a nuestras vidas ya no fijamos nuestra mirada en el autor y consumador de nuestra fe, Cristo Jesús (Hebreos 12:2), sino que fijamos toda nuestra atención en suplir nuestras necesidades básicas, en hacer dinero. Cuando el creyente permite que el afán le controle totalmente, Dios pasa a un segundo plano en su vida, quitándole autoridad para obrar a su favor.
La vida no consiste solamente en comer. A pesar que sé que el comer es uno de los grandes placeres de la vida, también es ocuparse de la carne y la Biblia nos exhorta diciéndonos, “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16). No estoy diciendo que dejen de comer, sino que nuestra prioridad no debe ser buscar ese alimento que nuestro cuerpo necesita, olvidándonos de lo espiritual. Debe existir un balance en el que podamos alimentar nuestro cuerpo y nuestro espíritu, ocupándonos más por las cosas del Espíritu, dándole a Dios el lugar que se merece: nuestro primer lugar.
Dios no creo nuestros cuerpos solo para vestirlo. Cuando el hombre piensa con afán qué vestirá, perdemos tiempo valioso en algo frívolo, el afán distrae al creyente, lo desenfoca de la realidad espiritual y lo invita a fijar su atención en otras cosas sin importancia. “Lo más importante es que reconozcan a Dios como único Rey, y que hagan lo que él les pide. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33), Dios les dará a su tiempo todo lo que necesiten, esto es lo verdaderamente importante.