Isaías 41:9 “Porque te tome de los confines de la tierra y de tierras lejanas te llame, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseche”.
Dios es quien nos escoge. No fuimos nosotros quienes escogimos a Dios. Desde el principio, Dios pensó en ti, “antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifique” (Jeremías 1:5), así que no eres una casualidad cósmica, tampoco te decidiste por Dios porque no tenías nada más qué hacer. Más bien, Dios quería darte una oportunidad, una nueva vida, transformarte para su propósito.
El Señor dice en Isaías 41:10: “no tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa”. Si caíste no importa, levántate y continúa la buena carrera, finalízala, prosigue a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:14), eso es lo más importante, al final del verso dice: “te escogí y no te deseché. Eres linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable”. Nada en el mundo podrá cambiar esta condición, eres escogido por Dios.