Jueces 16:29-30 “Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre de ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella”.
Sansón significa “pequeño sol”, alguien que iba a brillar para que el pueblo de Israel tuviera libertad. Pero Sansón se hace amigo de los filisteos y comienza a hacer lo que ellos hacían. La debilidad de Sansón eran las mujeres, y el cabello no le daba la fuerza, su fuerza provenía por el pacto de Dios con sus padres; El cabello de Sansón representaba su relación con Dios. Sansón se confía, pero él no sabía que Dios le había abandonado, porque cambio su relación con Dios por los placeres.
En Juan 12:24 dice: “que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto”. Una semilla para dar fruto, tiene que morir; si tú quieres dar fruto, es necesario morir a ti mismo, que crucifiques a tu “yo” y puedas decir “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi” (Gálatas 2:20). Esto es morir para ganar.
Esto es un principio, donde la única persona que puedes decidir eres tú; Dios respeta tu decisión, pero si decides no morir, entonces el propósito de Dios para tu vida no podrá cumplirse. No puedes cosechar en una tierra que no has sembrado, si quieres dar fruto tienes que renunciar a ti mismo, crucificando a tu viejo hombre a fin de que no sirvamos más al pecado (Romanos 6:6).
Cuando vives como todo el mundo lo hace y te amoldas al mundo, tal como le sucedió a Sansón pensando que no habrá consecuencias, estas mal. Es necesario renovar el entendimiento para que tu vida cambie. (Romanos 12:2). Si Jesús murió por ti, ahora tú vive para él, sirviéndole, amándole, para que des fruto y así puedas cumplir el propósito de Dios en tu vida.