1 Pedro 5:10 “más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, El mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”.
Quizá te preguntes ¿qué de bueno hay en las pruebas o tribulaciones?, porque cuando pasas por ellas lo único que visualizas en lo natural es un inmenso desierto que no sabes cómo atravesar. Pero en lo sobrenatural hay mucho que el Señor desea darte y mucho que tratar contigo. Dios quiere que alcances madurez en la vida cristiana.
Cristo desea que seas perfeccionado. La madurez espiritual es un proceso que tarda toda la vida, no importa cuántos años pases en el Evangelio, Dios seguirá tratando contigo y ese trato es el método por el cual lograra conseguir la perfección. 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la escritura es inspirada por Dios, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto”.
Debes estar firme. Cuando un árbol no echa raíces hay posibilidades de ser desprendido por cualquier ráfaga de viento que venga, lo mismo sucede con el creyente, ¿recuerdas la parábola de los cimientos? (Lucas 6:46-49) eso es lo que sucede cuando eres afirmado en la fe y en la Palabra de Dios; cuando vengan los fuertes vientos, las tribulaciones, te mantendrás firme y nada podrá derribarte.
Cristo es quien nos fortalece. Salmos 46:1 dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Estar en la presencia de Dios día tras día produce fortaleza, caso contrario cuando estas fuera de ella, porque produce debilidad y se pierde ese vallado de protección.
Cuando pasamos por toda clase de pruebas es porque es tiempo de ser promovidos, pero antes de la promoción viene la preparación para así ocupar los lugares en los que Dios desea ubicarte. José fue el segundo en Egipto, Daniel fue consejero del rey y ese mismo Dios “te pondrá por cabeza, y no por cola” (Deuteronomio 28:13).