Colosenses 2:1-3 “Porque quiero que sepáis cuan gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”.
El amor de Dios se demuestra cuando tú amas lo que él ama, y él que ama a Dios, ama a su pueblo. Jesús te amo al punto de dar su vida por ti.
Cuando el apóstol Pablo escribe la carta a los Colosenses, él lo hace desde la cárcel, estando en una situación incómoda, padeciendo, pero teniendo amor por la iglesia, él se preocupaba por los Colosenses, para que fueran afirmados en el conocimiento de Cristo.
Hoy quiero hacerte estas preguntas: ¿Te has preocupado por algún hermano en la fe? ¿Oras por tu iglesia? ¿Te interesa de bienestar de los demás? Son preguntas fuertes pero necesarias, porque parte de amar es preocuparte por alguien, querer que esas personas estén bien, y que mejor si están a los pies de Cristo, si están creciendo y madurando espiritualmente.
El evangelio es amar sin condición, es por eso que hoy te invito a que inviertas y te desgastes por alguien más; tal vez sepas de algún hermano que está padeciendo enfermedad y se ha desanimado, o alguien que simplemente ha dejado de congregarse, es hora de que intercedas por él, sal de tu comodidad, de ver solo por tu bienestar y trabaja en la obra del Señor. Colosenses 4:18 dice: “siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere”. Como cuerpo de Cristo debes preocuparte por los demás y animarlos a crecer en el Señor.