1 Tesalonicenses 5:18 “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”
La gratitud, es la esencia de la vida cristiana y ser ingrato, es la esencia de un corazón no regenerado. El apóstol Pablo en Romanos 1:21, identifica al impío con palabras muy directas: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido”. El ser humano se rehúsa a hacer lo que es básico, Dios es el único a quien toda gratitud debe ser dada.
Hay personas que viven pensando que las cosas suceden como el resultado de la “suerte”, y creen que pueden controlar su vida, atribuyéndoselo a su gran capacidad, diciendo que todo lo bueno que les pasa es porque ellos lo han planeado, lo han soñado, y todo el crédito es para ellos. El mundo está constituido por este tipo de personas ingratas; Pero que un creyente no sea agradecido va en contra de su nueva vida.
Hay un principio que se encuentra en Romanos 8:28: “Y sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados”. Esta, es la sombrilla que cubre todo asunto de la vida; no importa lo que suceda si tú vives creyendo que Dios está llevando a cabo su plan, controlando soberanamente en tu vida; entonces tu puedes enfrentar todo en la vida y estar agradecido.
Efesios 5:20 dice: “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Un creyente lleno del Espíritu, es un creyente agradecido, gozoso, que ora y da gracias a Dios. La gratitud debe estar rebosando en ti por todo lo que tienes en Cristo.