Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

El fariseo y la pecadora

Lucas 7:36-38 “Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume”.

Hay personas que creen que son tan buenas, tan decentes, que creen no necesitar lo que el evangelio ofrece. Otros creen que son tan malos que no creen que haya una esperanza para ellos. Pero hay muchos otros que aunque reconocen su propia condición de pecado, están dispuestos a aceptar por la fe el perdón incondicional y gratuito que Dios les ofrece por su gracia.

En esta historia por un lado tenemos a un fariseo religioso y moralista; y por otro lado esta una mujer pecadora.

El interés que tenía Simón por Jesús, era solo intelectual, mientras que la mujer pecadora reconocía que estaba mal, que era esclava de sus pasiones y sabía que era pecadora. Ella vino buscando alivio para el dolor de su alma. Simón estaba interesado en conocerlo, tanto que le rogaba con insistencia que fuera a su casa a cenar. Pero en el resto de la historia vemos que Simón no tenía ni idea de lo mucho que el necesitaba a Jesús.

Esta mujer se postra a los pies de Jesús para ungirlo con el perfume que ella había traído, y comienza  a llorar tanto que empapa los pies de Señor y comienza a secarlos con sus propios cabellos y a besarlos. Para esta mujer, los pies del Señor Jesús eran suficientemente valiosos como para que esta mujer le rindiera homenaje de adoración a aquel que podía librarla de su esclavitud.

Muchos creyentes no ven su estado espiritual delante de Dios, así como lo hizo Simón, que era un moralista y religioso. Sin embargo, la mujer pecadora reconocía su condición y sabía que necesitaba la salvación.

El primer paso para ser salvo, es ver cuál es tu condición delante de Dios; Si tú nunca te has visto tan malo, como un pecador que merece el infierno, entonces tú no eres cristiano. La Biblia dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Mateo 9:12). Tal vez lleves una vida moralista como la de Simón o tal vez has vivido una vida desenfrenada como la esta mujer. Pero Dios nos dice en su Palabra que tú tienes una deuda con él y solo Cristo puede hacer por ti lo que hizo por esta mujer y decirte: “tus pecados te son perdonados, tu deuda esta saldada”.

No olvides que tú tienes una deuda impagable con Dios. No desprecies la oportunidad que Cristo te brinda hoy.