Romanos 1:16 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”.
El apóstol Pablo, autor de la epístola a los Romanos, tenía muchos fundamentos para sentir vergüenza, pues él era perseguidor de la iglesia y creía que lo que hacía estaba bien; sin embargo cambio, cuando tuvo su encuentro sobrenatural con Jesús y se arrepintió y le reconoció como el verdadero Hijo de Dios.
Cuando el Señor Jesús fue a dar cumplimiento de la profecía al ser crucificado, no creo que haya sentido vergüenza de hacerlo por ti, dice su Palabra que: ”Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero, y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías 53:7).
El entregó su propia vida en rescate por muchos, entre ellos tú, que lees este mensaje, y yo. “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adultera y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzara también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8:38).
La Palabra de Dios dice que ella misma es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16), no hay argumentos ni razonamientos humanos en esta reflexión, todo lo que en ella hay tiene una base bíblica; no hay necesidad de sentirse avergonzado por el regalo que has recibido ni por lo que Jesús hizo por ti en el madero.
En Juan 15:13 dice el Señor Jesús: “nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”, así es como te ve el Maestro, como su amigo.