Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

Cita con la muerte (1ª parte)

Apocalipsis 14:13 “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansaran de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”.

La muerte es un asunto que nos compete a todos, porque todo hombre que vive tiene una cita con la muerte. A unos les llega más temprano, y a otros más tarde, a cualquier hora y en cualquier lugar, porque cuando Dios llama nadie puede evitar esa cita.

Una vez que pasamos el umbral de la vida, comenzamos un viaje sin retorno y hacia un destino que ya no puede ser cambiado. En este versículo dice: “bienaventurados los que mueren en el Señor”. La palabra bienaventurados es como si dijéramos, felices, bendecido, dichoso; y como consecuencia de esa bendición esa persona experimenta gozo, plenitud, contentamiento. En ellos se cumple lo que dice la biblia que para unos “el día de la muerte es mejor que el día del nacimiento” (Eclesiastés 7:1).

En la Biblia se asocia la idea de la muerte con la idea de la tristeza, por ejemplo: en 1 Tesalonicenses 4:13 dice: “Tampoco queremos hermanos que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”. La muerte produce tristeza, porque sentimos el vacío que esa persona ha dejado en nuestras vidas.

Pero, ¿Qué de aquel que ha partido?; bueno, si pertenece al grupo del que el apóstol Juan está describiendo, es un bienaventurado, es una persona verdadera y plenamente feliz.

Si la muerte nos encuentra unidos a él por la fe obtendremos la bienaventuranza de la que habla Apocalipsis 14. Esto es para aquellos que al momento de morir se encuentran vestidos de la justicia perfecta de nuestro Señor, habiendo encontrado en él el perdón y misericordia.

Otra razón por la que son bienaventurados los que mueren en el Señor es porque descansaran de sus trabajos. Todas las aflicciones que debemos enfrentar en este mundo caído habrán terminado para siempre. Llegará el día cuando nuestras almas sean purificadas.

Hoy pedimos a Dios que “nos libre del mal” y esa oración será contestada en su máxima expresión. Hermano, aliéntate con esta promesa, cuando estemos en la presencia de Dios viviremos en un mundo que funciona correctamente. “Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreara y los guiara a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugara toda lagrima de los ojos de ellos” (Apocalipsis 7:16-17).