Apocalipsis 14:13 “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansaran de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”.
Dios nos ha dejado esto en su Palabra para consolarnos en medio del dolor y la aflicción que causa la partida de un ser querido.
Pero para todos los demás que no están en Cristo no existe bendición alguna a la hora de la muerte, porque han partido en sus pecados, han partido con deudas pendientes delante de Dios.
La palabra “pecado” no está muy de moda en estos días, pero Dios la toma tan enserio que envío a su Hijo Jesucristo a morir en una cruz para resolver la enorme dificultad que esos pecados han generado con la justicia de Dios.
Todos nos presentaremos delante de un Dios justo y ese juez conoce nuestras vidas hasta en los más íntimos detalles, Hebreos 4:13 dice: “Y no hay cosa que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.
Tu vida es un libro abierto delante de Dios y en aquel día cada palabra, cada pensamiento, cada acción, cada motivación, pasara por la justicia de Dios y nadie será bienvenido si no fue justificado en vida por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo.
Romanos 5:1 dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Si tú depositas tu fe en la persona de Cristo y en la obra que él hizo en la cruz del calvario, él te declara justo.
La salvación no depende de tu esfuerzo, no depende de tu religión, o a la iglesia que perteneces; la salvación depende enteramente de Cristo y de lo que él hizo en la cruz para salvar pecadores.
¿Es Cristo hoy tu Rey y Señor porque le has entregado a él tu vida para hacer su voluntad y no la tuya? Porque si no es así, tú no estás preparado para morir y partirás con tus pecados, con deudas pendientes delante de Dios y tendrás que pagar por ellas por los siglos de los siglos.
Tienes una cita a la que tendrás que acudir tarde o temprano y tal vez es mañana, o dentro de una hora. Ven a Cristo, no demores un segundo más porque la vida es corta e incierta, la muerte segura y la eternidad es inmensa y no tiene fin.