Romanos 12:19 “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito esta: Mía es la venganza, yo pagare, dice el Señor”.
Muchas veces, cuando has sido ofendido por alguien, o han dicho mentiras sobre ti, o te robaron, te han sido infieles, o te desilusionaron; son situaciones que te llevan a sentir que aquellas personas que te hicieron esas cosas deberían ser castigadas, es algo que te carcome en tu interior y piensas en cosas que podrías decir para ponerlos en su lugar.
El texto de Romanos 12:19 dice que Dios ha hecho una promesa, que él mismo pagara todos los agravios en medida perfecta y su justicia prevalecerá.
Deja de saborear la venganza, deja las cosas en manos de Dios y así serás libre de regresar bien por mal y bendecir a los que te maldicen (Romanos 12:14).
Si creemos que Dios lo hará y lo hará mejor que nosotros, entonces haremos lo que 1 Pedro 2:23 dice que hizo Jesús: “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”.
Jesús entrego su agravio a Dios y nos enseña que la venganza es de Dios y que la justicia prevalecerá. Con esa confianza Jesús nunca permitió que ninguna amargura naciera en su corazón, y nosotros tampoco deberíamos dar lugar a la amargura, pues al hacerlo estas dudando del juez.