Eclesiastés 4:4 “He visto así mismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu”.
En Eclesiastés 2:24 dice que el trabajo es un regalo de Dios para el hombre. El hecho de poder trabajar y ser productivo es una bendición. Pero el pecado ha corrompido todos los dones que Dios ha dado al hombre; de manera que mucho del empeño y esfuerzo que dedicas a tu trabajo, muchas veces es motivado por la envidia y por la rivalidad.
Todos somos tentados continuamente a encontrar en las cosas de este mundo lo que solamente Dios nos puede dar. Es por eso que nos molesta no tener todo lo que deseamos, y que otro tenga lo que no tenemos. La envidia es una cosa terrible, no solo nos impide disfrutar lo que tenemos sino también, experimentar el gozo de que otros tengan lo que nosotros no tenemos. La Palabra de Dios nos dice que debemos “llorar con los que lloran y gozarnos con lo que se gozan” (Romanos 12:15), pero al envidioso le resulta imposible reaccionar así.
En Proverbios 14:30 dice: “el corazón apacible es vida de la carne; más la envidia es carcoma de los huesos”. Vivimos en una sociedad que quiere vendernos la idea que siempre es mejor tener más, y Salomón nos dice que no es así; no siempre es mejor tener más. Proverbios 15:16 dice: “Mejor es lo poco, con el temor de Jehová, que el grande tesoro donde hay turbación”.
Aprendamos a vivir con lo que Dios nos da, y que podamos decir como el apóstol Pablo en Filipenses 4:11 “pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”.