Génesis 39:7-9 “Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi Señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”.
Lo fascinante de esta historia es que José no solo es un buen hombre, un hombre íntegro; José es mucho más que eso. Porque José hubiera podido decir: no puedo porque no quiero traicionar la amistad de mi amo Potifar. O tal vez, ¿cómo podría ofender a mi padre Jacob si esta noticia llegara a oídos de él?
José no dijo ninguna de estas cosas, Él se ve en medio de esta situación y dice: “¿Cómo pues haría yo este grande mal, pecando contra Dios?” (Génesis 39:9)
José es un hombre que vive bajo la mirada de Dios. De esta manera nosotros debemos vivir cada día, bajo la mirada de Dios. No por las consecuencias, no por lo que puedan decir, no por si lo descubren; sino porque, ¿cómo haría yo esto contra el Señor?; porque Dios me está viendo.
Si tan solo Adán y Eva hubieran contestado esto a la serpiente cuando fueron tentados, pero no fue así, Eva miro la fruta y vio que era buena para comer, que era agradable a los ojos, y callo en la tentación (Génesis 3:6).
Cada vez que seas tentado deberías reaccionar como José y expresarte de la misma manera: “¿Cómo haría yo este grande mal contra mi Dios?”