Efesios 4:22 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos”.
El significado de despojarse es equivalente a lo que es “desvestirse”, de la misma manera que uno lo hace con la ropa.
Imagina que llegas en la noche a tu casa y antes de entrar tropiezas y caes en un charco de agua muy sucia; cuando entras a tu casa te ves al espejo y ves que tu ropa esta toda sucia, llena de lodo y oliendo muy mal. ¿Qué harías? Por supuesto, inmediatamente te cambiarías, te pondrías ropas limpias.
Isaías 64:6 dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia”, en este pasaje, Dios describe al viejo hombre desde su perspectiva. Se le llama “suciedad” haciendo que Dios tenga que esconder su rostro de nosotros.
Nuestro viejo hombre es sucio. El evangelio no te dice que tú trates con el viejo hombre, no te dice que trates de arreglar al viejo hombre. Se te dice que te desvistas de él. Efesios 4:24 “y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. En Cristo, se nos han dado nuevas ropas para vestir, limpias y nuevas. En Isaías 61:10 se nos dice: “mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeo de manto de justicia”. Nuestra espalda esta ahora hacia el viejo hombre y nuestro rostro esta hacia a Dios. Nos hemos despojado del viejo hombre y nos hemos vestido del nuevo, que fue creado para caminar con Dios.