1 Tesalonicenses 2:10-12 “Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuan santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos y anduvieseis como es digno de Dios, que os llamo a su reino y gloria”.
El apóstol Pablo está comparando su ministerio con la labor de un padre, Pablo nos presenta la imagen de un padre que está interesado en cada uno de sus hijos, que los conoce bien, de tal manera que los puede exhortar y consolar a cada uno de ellos conforme a su necesidad.
Muchos esposos dejan la dirección del hogar en manos de la esposa y se desentienden totalmente de ese asunto. El liderazgo en la tarea de moldear el carácter de los hijos y de prepararlos para la vida recae sobre los hombros de los padres. Efesios 6:4 dice: “Y vosotros padres no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”, y ese “vosotros padres” se refiere específicamente al padre, no a la madre.
Algunos padres están tan ocupados produciendo dinero que no tienen tiempo para ocuparse de sus hijos. En otros casos es por ignorancia o temor. Muchos padres descuidan a sus hijos porque se sienten incapaces y esto comienza desde que el bebé nace y hay que cambiar pañales o hacer cualquier otra cosa y muchos padres no saben hacer eso, son brillantes en su profesión, pero se volverían locos si sus esposas les dejaran al bebé por un momento.
Algunos padres aunque están en casa han decidido no ejercer su autoridad como padre o no lo están haciendo, otros abusan de su autoridad, otros le tienen temor a sus propios hijos. La Palabra de Dios nos dice: “instruye al niño en su camino” (Proverbios 22:6).
Hermano, no esperes a que cuando tu hijo sea adulto te des cuenta que el tiempo ha pasado y que eres un desconocido para él y el para ti, porque aunque tu vivías en la misma casa tu nunca estuviste ahí. Asume la posición en la que Dios te ha puesto y ejerce tu liderazgo con amor y sabiduría.