Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

El gran amor de Dios

1 Juan 3:1 “Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él”.

Es difícil cuando a veces nos sentimos no amados por personas que nosotros verdaderamente si amamos. Es una de las peores sensaciones cuando alguien siente esa falta de amor de aquellas personas que consideramos importantes para nosotros.

Tal vez tú has experimentado esa falta de amor quizás de tus padres, de algún hijo, o tal vez de tu cónyuge. Pero ahora yo quiero que notes como comienza este versículo: “mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”.

La mayor evidencia del amor de Dios es la cruz del calvario y que ahora seamos llamados hijos de Dios. Si tu estas en Cristo, entonces eres un hijo de Dios, tú has sido comprado(a) a precio de sangre. La obra de Cristo en la cruz te ha salvado de tus pecados y esa es una gloriosa verdad; que nosotros podamos ver que Cristo Jesús nos ha salvado y que cuando tú no te sientes amado(a) o especial para aquellos que te importan; yo quiero recordarte que para el Rey de reyes y Señor de señores; para el creador del universo, para aquel que hablo y todo lo que existe fue creado por la Palabra de su poder, Él te dice: “que mires cuan gran amor él te ha otorgado”, que mires a la cruz y mires el gran amor que tú tienes en Cristo Jesús y en su obra en la cruz.

En 1 Juan 3:2 nos dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. Es maravilloso saber que soy hijo(a) de Dios y que llegaremos a ser semejantes a Cristo. Esto trae esperanza y animo a nuestros corazones.

La Biblia dice que él nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad, para una vida de obediencia porque el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros. Ahora podemos vivir una vida en el espíritu y no en las obras de la carne.