Filipenses 1:21 “para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”.
Una de las batallas más grandes que debe librar el creyente día a día es consigo mismo, y el terreno de batalla es su propia mente. Si algo tenía bien claro el apóstol Pablo, era que cuando el abandonara esta tierra, estaría con nuestro Señor Jesucristo disfrutando del gran galardón: la vida eterna.
Es por esto que el creyente no debe tenerle miedo a la muerte como muchas personas en el mundo, por el contrario, sabemos que al guardarnos y vivir una vida en obediencia para el Señor, obtendremos ese preciado regalo.
Tenemos la certeza que un día moriremos físicamente, pero así mismo, sabemos que disfrutaremos toda una eternidad con aquel que dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque este muerto vivirá” (Juan 11:25). Es por eso que para el creyente “el morir es ganancia”.