Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

El poder de la unidad

Génesis 11:5-6 “Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombre. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer”.

Más allá de la maldad del hombre, podemos ver en estos versículos otra enseñanza, y es: el poder de la unidad.

La unidad es buena si se usa para bien, para la gloria de Dios. En salmos 133 dice: “¡Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!, porque allí envía Jehová bendición y vida eterna”.

Cuando Pedro es encarcelado, dice Hechos 12:5 “la iglesia hacia sin cesar oración a Dios por él”, había unidad. Y cuando nuestros planes están alineados con la voluntad de Dios somos bendecidos. El problema que estos hombres de la torre de babel es que estaban unidos pero para sus propios propósitos. Lo mismo ocurre hoy con el cuerpo de Cristo, hay desunión.

Cuando Jesús oro por sus discípulos dijo: “para que todos sean uno; como tu; oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros” (Juan 7:21). No hay mayor instrumento evangelistico que una iglesia unida. La unidad es maravillosa si es para la gloria de Dios, pero es peligrosa si se usa para mal.

Estos hombres se estaban uniendo contra la voluntad de Dios, pero Dios tenía un método: confundir las lenguas, acabar con la comunicación y traer desunión a ese grupo. El hombre puede llevar siglos intentando ser como Dios, pero nadie puede impedir la voluntad de Dios, y si tus planes no están alineados a su voluntad, el los desbaratara.

Salmos 33:10-11 dice: “Jehová hace nulo el consejo de las naciones, y frustra las maquinaciones de los pueblos. El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones”. Ganamos mucho si nos rendimos a su soberana voluntad, “seremos como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace prospera” (Salmos 1:3).

Aunque por un instante pienses que la voluntad de Dios no es la buena, si lo es; porque “su voluntad es buena agradable y perfecta”.