Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

El que se enaltece será humillado

Daniel 4:29-30 “Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, hablo el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?”

Vivimos en una época donde ya es costumbre escuchar a muchas personas alabarse a sí mismas. Y aunque muchos de nosotros no somos capaces de hacerlo de una manera tan burda, creo que en nuestra vida cotidiana y en nuestra forma de vivir nosotros manifestamos algo de este enaltecimiento, de este orgullo, de creernos lo que no somos.

En los registros de Babilonia, Nabucodonosor es reconocido como un gran constructor. Nabucodonosor empieza a pensar en todo lo que había logrado, Sin embargo aún el no terminaba de hablar cuando oyó una voz del cielo diciéndole que el tiempo había llegado y que el reino le sería quitado (Daniel 4:31) y al instante le ocurrió lo anunciado.

Dios le envió una enfermedad que lo llevaba a comportarse como los animales (v33). Todo esto no fue una casualidad, Dios lo postro para recordar que Dios es el verdadero Rey, que Dios es el que gobierna.

¿Cuántas veces escuchamos a personas diciendo y proclamando que Dios no existe? O aquellos que dicen que Dios si existe, pero viven como si Dios no existiera.  Nabucodonosor fue humillado y Nabucodonosor fue restaurado cuando reconoció al Dios verdadero.

Cuando nosotros nos jactamos, nos alabamos a nosotros mismos, no estamos reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Dios, nos estamos atribuyendo alabanza por algo que no nos corresponde; sean capacidades, sean posiciones, sean posesiones. Todo lo que tenemos, seamos cristianos o no, proviene de Dios.

Dios te dio tu cuerpo con todas tus capacidades y te las dio, para alabanza de su gloria. Hoy se exalta muchísimo la belleza física, hay mucha vanagloria por las posesiones. Pero el Señor es quien te da la capacidad para que tú puedas obtenerlas. El Señor es el Dios de todo lo que tú y yo tenemos.

Dice el apóstol Pablo en 1Corintios 4:7 “Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” Hay personas que dicen: “lo hice con mi propio esfuerzo”; esa es una frase blasfema porque nosotros no obtenemos nada con nuestro propio esfuerzo. Nosotros obtenemos lo que Dios nos da a través del esfuerzo que él puede darnos.

La auto exaltación, el orgullo, la jactancia, quita la gloria que solo a Dios le corresponde como el autor y creador de todas las cosas.

Tal vez digas: yo no soy una persona que ando proclamando mis logros, pero eso no significa que no te enalteces, porque una de las principales maneras de enaltecerse es no reconocer a Dios como lo que él es; él es el creador y a él nos debemos.

De alguna manera todo aquel que no se ha convertido, que no ha rendido su vida a Dios es como un Nabucodonosor, piensa que puede dirigir su vida por sí mismo y eso es un enaltecimiento. Si nos conociéramos a nosotros y conociéramos a Dios nos daríamos cuenta que “separados de Dios nada podemos hacer” (Juan 15:5).