Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

Expuestos a la luz de su presencia

Salmos 90:7-8 “Porque con tu furor somos consumidos, y con tu ira somos turbados. Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro”.

Las palabras usadas en este pasaje  para ira y furor, son palabras fuertes, son palabras que hablan de una explosión de ira, de enojo incontenible de Dios. El asunto es que nadie puede soportar la ira justa, santa y consumidora de Dios.

A las personas de este mundo moderno les gusta hablar del amor y de la misericordia de Dios, de la gracia, la ternura y la bondad de Dios; y todas esas cosas son ciertas; pero no menos cierto es el hecho de que Dios odia el pecado y ese pecado provoca la ira santa y justa; y el enojo y el juicio de Dios.

El solo pensar en la ira de Dios debería de aterrorizarnos, pero desafortunadamente hoy no pensamos lo suficiente acerca de la ira de Dios para estar aterrorizados, aunque muchos pasajes de la escritura hablan de ese efecto de ser turbados por la ira de Dios.

Isaías 2:10 dice: “metete en la peña y escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad”. El día temible del Señor en la Escritura siempre habla de un día terrible de la ira y del juicio del Dios todopoderoso contra los pecadores que no se arrepintieron, y vemos el cumplimiento de la ira de Dios mientras leemos el libro del Apocalipsis.

Dios manda sus juicios, los cuales dice la biblia que son verdaderos y justos. En Apocalipsis 6:15-17 dice: “los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas; Caed sobre nosotros, y escondednos  del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; y ¿Quién podrá sostenerse en pie?”.

Toda muerte y toda aflicción son el resultado, el fruto inevitable de la condición pecaminosa del hombre, es lo que desata esa ira de Dios. En el Salmos 90:8 dice: “has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia”. Dios es como el sol resplandeciente que alumbra en un lugar obscuro, e inmediatamente expone todo lo que estaba oculto por las tinieblas, el examina lo profundo de nuestro ser, nuestros pecados ocultos son expuestos a la luz de su presencia.

Esos pecados que solo tú conoces y que no quieres que nadie más los conozca, pero a la luz de la presencia de Dios, a la luz de su rostro, todos están expuestos, no se pueden ocultar; y no solo los pecados que tú conoces, sino también los pecados que son tan secretos, que ni siquiera los has visto.

El rostro de Dios, su santidad, su pureza y su gloria, exponen esa pecaminosidad, aquellas cosas secretas y ocultas en tu vida. Imagina todos tus pecados expuestos delante de Dios y de todos los demás; que eso te haga correr hacia Cristo para que te cubra y te perdone, para que puedas encontrar gracia y misericordia, pues ese es el único lugar donde podrás encontrar un refugio.

Dios odia el pecado, y ese pecado provoca su santa ira. Si no conoces a Cristo esas son muy malas noticias, porque vas a sufrir la ira de Dios por tus pecados cuando estés delante de él  y seas expulsado de su presencia, consumido por su ira, pereciendo en el fuego eterno; o, están las buenas noticias: el evangelio te dice que puedes confiar en Cristo, que el cargo todo el peso de la ira de Dios por tus pecados cuando él fue al calvario.

Así que en medio de esta condición en la que te encuentras hay esperanza, porque hay gracia en Cristo quien dijo: “yo cargare con toda la ira que tu mereces por tu pecado, yo seré consumido, yo cargare esa ira”.