1 Pedro 2:1-3 “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor”.
Cuando un creyente, comienza a alimentar sus pecados, a tener pecados favoritos que no quiere abandonar; una de las primeras cosas que descuida es la lectura de la Palabra de Dios, porque la Biblia va a estar continuamente enfrentando su conciencia contra su pecado.
Debes tomar la decisión de hacerles una guerra abierta a tus pecados. Necesitas ver cuáles son esos pecados queridos que no quieres abandonar, porque recuerda que: “sin santidad nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).
No sigas deteniéndote a beber o a alimentarte de las fuentes del mundo. Esto se refiere a cosas lícitas del mundo, que pertenecen al terreno de la libertad cristiana. Hay fuentes, de las que no debes beber ni una sola gota. Los puritanos decían que debemos hacer uso del mundo, como los perros descendían a beber agua del Nilo, que solo se quedaban ahí el tiempo necesario, y siempre con todos los sentidos alertas, por los cocodrilos que había allí.
Así los creyentes, si te detienes a beber demasiado, los cocodrilos te morderán y no podrás percibir la presencia de Dios en tu vida. El apóstol Pablo nos dice en 1 Corintios 6:12 “Todas las cosas me son lícitas, más no todas convienen, todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna”.
Beber mucho de las cosas lícitas del mundo, embota los sentidos espirituales, no nos permite estar alertas, ni a tener discernimiento, y es imposible tener comunión con Dios.
Si quieres crecer y dar frutos, pídele a Dios que te vivifique conforme a su Palabra, pues a través de la Biblia tu alma será restaurada y podrás tener una comunión más cercana con Dios.
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” Salmos 1:1-2. No bebas más de las fuentes que el mundo ofrece, ven a beber del agua que Cristo nos da.