Génesis 1:27 “Y creo Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
La Biblia dice que el hombre fue hecho a la imagen de Dios, y cuando ese hombre es maltratado, ofendido o ridiculizado; Dios es ofendido con esa acción.
¿Qué pasaría si alguien llega a tu casa y raya una foto familiar, le pone bigotes, o le pinta un diente para que parezca que esta chimuelo? ¿Cómo te sentirías? Por supuesto te sentirías ofendido.
Nosotros llevamos en nosotros mismos la imagen de Dios, y es por eso que toda persona debe ser tratada honrosamente y con dignidad. 1 Pedro 2:17 dice “Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey”.
Honrad a todos y darle honra a una persona no es otra cosa que tratarla como alguien importante. Cuando somos desconsiderados con alguien, no lo estamos tratando como alguien importante; sino más bien como alguien que no tiene ningún valor, ninguna utilidad.
Honrar a una persona es reconocer su valor y respetarla como tal. El respeto es un principio bíblico sumamente importante que nos ayuda a matar el egoísmo y el orgullo, y mata también la ignorancia en los seres humanos. Para poder honrar a otras personas necesitamos un espíritu de humildad en nosotros. Y es solamente conectados a Dios que tendremos la capacidad de vencer el orgullo y adquirir humildad para honrar a otras personas.
Romanos 13:7 dice: “pagad a todos los que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra”.
Dios nos manda a honrar a quienes debemos honra, comenzando con nuestra pareja, nuestros padres, nuestros Pastores, y a toda autoridad. Esta honra no tiene requisitos ni condiciones. Esta honra debemos darla no porque la persona lo merezca o no, sino porque es un mandato de Dios incondicional.