Éxodo 33:11 “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y el volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo”.
¿Alguna vez has deseado tener comunión con Dios así como la tenían Moisés y el pueblo de Israel? ¿Cómo es tu relación con Dios; tomas tiempo para buscarle en su palabra?
Nosotros hoy tenemos la revelación de su palabra, y Dios habla a aquellos que se toman el tiempo de buscarle y de encontrarse con él. En Éxodo 33:7-11 dice que el tabernáculo tenía que estar fuera del campamento porque en el pueblo había pecado y él no puede vivir en medio de la pecaminosidad; el pecado nos separa de Dios.
Para Moisés era muy importante el encontrarse con Dios, en Éxodo 33:8 dice que las personas lo observaban cuidadosamente, ellos sabían lo que estaba haciendo. De ese mismo modo ocurre con las personas a nuestro alrededor; nos observan y saben lo que estamos haciendo y pueden darse cuenta de lo que es más importante para nosotros; ellos saben si estamos conectados con el Señor o no.
El resultado de experimentar intimidad con Dios es siempre transformadora, cambia nuestras vidas; Éxodo 34:29 dice que “la piel del rostro de Moisés resplandecía”. Era el reflejo de la gloria de Dios, porque había estado en la presencia de Dios. Cuando volvió al campamento los demás se dieron cuenta.
Mientras pasamos tiempo con Dios otros se dan cuenta de que Dios nos está transformando y nuestro estilo de vida puede también motivar a otros a buscar al Señor, a buscarle más fervorosamente, como resultado de ver su presencia en nuestras vidas. En 2 Corintios 4:6 dice: “Porque Dios, que mando que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
Tú y yo tenemos la bendición de poder ver y conocer una mayor parte de Dios que lo que Moisés pudo experimentar, Moisés anhelaba verlo, y pudo entrever algo, pero “en la faz de Jesucristo y por el poder del Espíritu” nosotros estamos llamados a un nivel de intimidad que Moisés solo podía soñar con experimentar, y esta promesa nos ofrece una gran perspectiva y nos da una esperanza, nos da fe, nos da ánimo para seguir adelante.
Un día veremos y conoceremos a Dios de una forma que solo hoy podemos soñar, lo veremos cara a cara, exactamente como Moisés añoraba verle. En Apocalipsis 22 tenemos esta gran visión de la ciudad santa y el trono de Dios y “el Cordero estarán allí y sus siervos le adoraran a él, ellos verán su rostro y su nombre estará en sus frentes y no habrá allí más noche y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del solo porque Dios el Señor los iluminara”.