Marcos 9:16-18 “Él les preguntó: ¿qué disputáis con ellos? Y respondiendo uno de la multitud dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, donde quiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera y no pudieron”.
Este pasaje nos habla acerca de un muchacho que estaba endemoniado, y nos habla acerca de la verdadera cara de la maldad.
El demonio había hecho miserable la vida del muchacho, y la vida de sus padres. Él no podía hablar, no podía oír, y tenía convulsiones. El padre del muchacho le dijo a Jesús que muchas veces el demonio le arrojaba al agua y al fuego tratando de destruirlo (Marcos 9:22).
¿Sabes cuál es el problema que tú tienes en tu lucha contra el pecado? Que lo malo, no te parece tan malo como es en realidad. El pecado te resulta atractivo, pero el pecado sigue siendo destructor; te ciega y no te deja ver la verdadera cara de la maldad.
El chisme no parece tan malo, la murmuración no parece tan mala, los malos pensamientos no parecen tan malos. Piensas ¿Qué problema puede haber en que yo haga un comentario aquí o allá?
Querido hermano, eso no parece tan destructivo; pero déjame decirte que muchas veces lo malo se ve bien. Pero el pecado no produce nada bueno, el diablo no tiene ninguna intención de bendecirte; su propósito es destruirte por completo (Juan 10:10), es alejarte de Dios, porque él es la fuente de todo bien.
La maldad siempre produce frutos podridos, aunque eso no sea tan evidente al principio. Aunque estés en tu mejor condición espiritual, tú eres demasiado débil. Esta es una guerra que solo puede ser peleada en dependencia de Dios, buscando ayuda en su Palabra y en oración.