Proverbios 3:11-12 “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”.
Todo padre, tiene la responsabilidad con sus hijos de guiarlos, educarlos, protegerlos, e instruirlos. Del mismo modo nuestro Padre Celestial se ha propuesto eso con cada uno de sus hijos.
Dios está muy interesado en que tu dejes de ser lo que eres, para que seas lo que él quiere que seas. Y la manera de Dios de expresar su amor por ti, es hacerte a ti como él, hacerte santo, cambiar tu carácter, liberarte del pecado; y eso puede ser doloroso. Hebreos 12:1-2 dice: “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”, esa es nuestra meta: Cristo Jesús.
En ese proceso hay muchas cosas que debes dejar atrás, el pecado que te asedia, y Dios lo va arrancar de tu vida, aunque use el bisturí, para que prosigas y llegues a la meta.
Hebreos 12:11 continua diciendo: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza”. Este proceso de disciplina es doloroso pero, va a dar su fruto.
Cuando Dios te corrija acéptalo y dale gracias por corregirte y enseñarte. Dios trabajara en ti para que seas santo, a veces trabajara con golpes como lo hace un herrero, y a veces como el alfarero, suavemente. Dios trabaja de diferentes maneras, pero la meta es la misma; quiere que tú crezcas en santidad a imagen de nuestro Señor Jesucristo.