Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

La esencia del evangelio

Lo que ocurrió hace 2000 años en una aldea insignificante de Palestina llamada Belén no fue el nacimiento de un niño común y corriente, sino el acto de amor más extravagante que alguna vez haya ocurrido en la historia. La segunda persona de la trinidad, Dios el Hijo, se hizo hombre voluntariamente y fue enviado por Dios el Padre a rescatar pecadores como tú como y yo, muriendo en nuestro lugar en la cruz del calvario.

Jesús nació como un niño en la aldea de Belén, pero no era otro que el Hijo de Dios, la segunda persona de la trinidad, asumiendo en el tiempo una naturaleza humana, semejante en todo a la nuestra, pero sin pecado.

Y estando en esa condición de hombre decidió pagar en una cruz la deuda que todos tenemos con la justicia divina, muriendo la muerte que todos merecíamos. Así que es Dios el que envía a Dios. Dios el Padre, enviando a Dios el Hijo. En Juan 1:1 dice: “en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.

Y en Juan 1:14:“y aquel Verbo fue hecho carne, y habito entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Es ese hecho extraordinario el que supuestamente el mundo estará recordando hoy. El nacimiento de aquel que vino a redimirnos de pecado para que nosotros pudiésemos cumplir el propósito de nuestra existencia: glorificar a Dios y gozar de el por siempre” (1 Pedro 4:11).

Pablo dice en Romanos 3:23 “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”. Fue precisamente por eso que Cristo vino al mundo, “el vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”, el vino a reconciliar al hombre con Dios, el vino a restaurar nuestras personalidades guiadas por el pecado para que pudieras cumplir el propósito por el cual fuimos creados. En Tito 2:14 dice: “que Cristo se dio así mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”.

Esa es la buena noticia que los ángeles proclamaron aquella noche: “Os ha nacido hoy en la ciudad de David un salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10), es por eso que al pensar en la navidad, nuestro foco de atención no debe ser el pesebre en la aldea de Belén, no. Debe ser el Gólgota en las afueras de Jerusalén, donde Cristo fue crucificado. Era la única manera en que él podía pagar nuestra deuda con la justicia de Dios “la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23), alguien tenía que morir en nuestro lugar y Dios el Hijo decidió hacerlo el.

¿Te gusta recibir regalos en navidad? ¿Quieres recibir el mayor regalo de navidad que alguna vez te hayan ofrecido? Deja de confiar en ti mismo, reconoce tu pecado, reconoce tu rebeldía, ríndete a Dios confiando únicamente en Cristo y en la obra de salvación que el llevo a cabo en la cruz del calvario. 2 Corintios 5:21 dice: “al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros en cambio fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Esa es la esencia del mensaje del evangelio.