Santiago 5:16 “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”.
La oración es una de las armas espirituales más poderosas que tenemos, no solo sirve para intercedes por otros, también sirve para comunicarnos con nuestro Padre Celestial. El resultado de la oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder, como lo indica el verso.
En Jeremías 33:3 el Señor nos dice: “Clama a mí y yo te responderé y te enseñare cosas grandes y ocultas que tu no conoces”. Una oración puede cambiar el destino de una persona, hacer milagros, sanar, etc. Pero el hecho de que pidas no significa que Dios siempre actúe a nuestro favor, es por eso que no debes confundir escuchar con actuar. Jeremías 29:11 nos enseña un principio muy importante: Dios conoce los planes que tiene para nosotros y dice su Palabra que son buenos, son de bien, para darnos el fin que esperamos.
Sin importar la respuesta de la oración, sabemos por medio de la Palabra que obtendremos resultados maravillosos aunque de momento no nos gusten, pues debemos entender que Dios en su omnisciencia sabe que es lo que mejor nos conviene.
También Mateo 21:22 nos dice “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Si no crees que puedes recibir, ya has anulado este principio, pues no has creído. Por lo tanto, el principal ingrediente de la oración es la fe, pues a través de ella puedes obtener resultados maravillosos.
A lo mejor no tengas una forma de ayudar palpable, pero siempre existirá una forma espiritual de hacerlo: orar, interceder por otros.