Marcos 2:4-5 “Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralitico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralitico: Hijo, tus pecados te son perdonados”.
Si te dijeran que hicieras una lista de los problemas que tienes, ¿cuál sería el más importante o el de mayor urgencia?
Esta historia del hombre paralitico que nos presenta el evangelio de Marcos nos muestra la verdadera necesidad del ser humano. El paralitico de esta historia al enterarse que Jesús estaba en Capernaum tuvo una esperanza, él contaba con un grupo de amigos que lo llevaron hacia Jesús, pero se toparon con una multitud de gente que se encontraba en ese lugar; pero los amigos del paralitico tenían la convicción de que Jesús podía sanar a su amigo así que toman la camilla y deciden llegar a Jesús por el techo.
En el texto paralelo de Mateo 9:2 dice: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados”. Ese “Ten ánimo” significa: alégrate, llénate de gozo. Este hombre aun no podía caminar, pero Jesús le dice que a pesar de todo eso él tiene toda la razón para alegrarse, pues él había obtenido un grande beneficio: el perdón de sus pecados.
Para todos en ese lugar era más que evidente que el mayor problema de este hombre era que él estaba completamente inmóvil; pero nuestra forma de ver las cosas son muy diferentes a como las ve Dios. Jesús sabía que su necesidad más urgente no era su parálisis, su necesidad más urgente era su pecado. Si Jesús lo sanaba únicamente de su parálisis, estaría dejando a este hombre en una terrible condición.
Lamentablemente esa es la ilusión en la que viven la mayoría de las personas, incluyendo a muchos creyentes. Ellos dicen: “si tan solo me sanara de esta enfermedad, si tan solo tuviera un mejor trabajo o un mejor sueldo, si alguien me amara, si mis hijos fueran obedientes, si tuviera un mejor matrimonio etc.” Si tú crees que por tener cualquiera de esas cosas vas a tener una vida más plena y feliz, estas equivocado(a).
El Señor Jesús le dio a este paralitico no lo que él quería, sino lo que el necesitaba, y no era la sanidad de su cuerpo, era la sanidad de su alma. Yo no sé cuál es tu mayor anhelo, pero si es algo fuera del Señor Jesucristo y del perdón de tus pecados, entonces no has visto tu verdadera necesidad.
Los seres humanos van detrás de la reputación, del dinero, de la corrupción, y al final siempre terminan frustrados, porque su mayor necesidad sigue ahí. Ninguna necesidad urgente humana, es más urgente que el perdón de los pecados, pues algún día tendrás que presentarte en el tribunal de Dios para dar cuenta por tu vida. Hebreos 4:13 dice: “todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.
Así como Cristo perdono al paralítico, así puede perdonarte a ti ahora, porque su autoridad y su poder no han perdido vigencia, solo tienes que venir a él confiando en lo que él ha hecho para salvar a pecadores.