Eclesiastés 9:11 “Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos”.
Cualquiera esperaría que los más rápidos siempre ganen la carrera. Pero no es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes porque hay factores que se salen de nuestro control.
Cuando David y Goliat se enfrentaron, Goliat estaba mejor equipado y tenía mayor fuerza que David; sin embargo David lo venció y Goliat termino decapitado (1 Samuel 17:50-51). Dios es soberano y en su gobierno providencial las cosas no siempre salen como nosotros esperamos.
Debemos reconocer con humildad de que Dios tiene un plan y nosotros debemos someternos con mansedumbre y con gozo. Debemos poner empeño en todo lo que hacemos, pero sin olvidar que nosotros no tenemos el control.
Santiago 4:13 dice: “¡Vamos ahora! Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos y ganaremos”. Hay personas que hacen planes y en su mente crean toda una expectativa de lo que será su vida, y dice Santiago 4:14-15 “cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberías decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”.
Cuando David se enfrentó a Goliat, una de las cosas que David tenía en mente es que Dios no salva con espada, ni con lanza porque la batalla es de él y no de nosotros. Cuando las personas olvidan esta realidad salen frustrados. Eclesiastés 9:12 dice: “Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos”.
Nuestras vidas están las manos de un Dios sabio, justo y bueno, al cual no podemos entender en muchas ocasiones porque su mente es infinita y la nuestra muy limitada. Su gobierno soberano lo abarca todo, es por eso que nunca debemos interpretar el amor de Dios a la luz de las circunstancias, sino a través de la cruz del calvario.