Hebreos 10:24-25 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”
Una de las prácticas más comunes del creyente del siglo XXI, es que cuando pasan por un periodo de pruebas o batallas en su vida, se alejan de Dios y dejan de congregarse. Tal vez el desánimo toma posesión de su corazón y ya no hay deseo de ir a la iglesia y congregarse, o tal vez existe rebeldía en su corazón, pero es en esos momentos difíciles que tienes que acercarte a Dios y demostrar que eres un creyente maduro.
Cuando el salmista estaba atravesando un valle de dolor clamó: “alzare mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” (Salmos 121:1-2). La historia de los hombres y mujeres de Dios, se caracteriza por lo general, porque ellos vivieron una vida apegada a Dios, aun en los momentos duros del camino.
La Palabra de Dios está llena de ejemplos, de personas que dijeron como el salmista: “en el día que temo, yo en ti confío” (Salmos 56:3).
¡No huyas de la presencia de Dios, no dejes de congregarte, no dejes de orar, no dejes de leer la Biblia!; Sino que ese día triste o de dificultad, es cuando más tienes que acercarte a Dios y buscarle a él, porque en Dios hay refugio. “Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado” (Proverbios 18:10).