1 Corintios 10:12 “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.
Como creyentes, no podemos engañarnos a nosotros mismos ni a Dios, ya que él no puede ser burlado (Gálatas 6:7). Según el diccionario, la palabra hipocresía se define como: fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. Cuando intentamos mostrar una cara en público, pero en lo secreto Dios conoce nuestra condición de “sepulcros blanqueados”. La hipocresía empieza con una puerta abierta: la falta de comunión con Dios y la falta de la lectura de la Palabra. No olvides, “la fe viene por el oír la Palabra de Dios” (Romanos 10:17).
Durante el caminar con el Señor, cualquiera puede caer, sin embargo debemos estar en comunión constante para evitar caer. La única forma de evitar ese momento es perseverando. Cuando damos por hecho todo, es cuando más errores cometemos. Hay dos elementos nos ayudan a estar anclados en Cristo son: la Palabra y la fe. Cuando una de ellas no es quitada, la otra desaparece inmediatamente. Para permanecer debemos hacer lo que la Palabra nos enseña en Colosenses 4:2, “perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias”. Esa es la puerta que debemos evitar abrir en cualquier momento. Habrá momentos de pruebas difíciles, vendrán igualmente momentos de desánimo, aun así debemos permanecer fieles sin importar las adversidades, recordando cada palabra sembrada en nuestro corazón y cada promesa que Dios nos ha hecho. El Señor Jesús nos da este consejo: que tu fe no te falte (Lucas 22:32). Si empiezas a notar una falta de fe y de desesperanza, ¡alerta!, has empezado a dudar. Hay ocasiones de caer, no podemos evitarlo. Lo que sí podemos evitar es la falta de comunión, perseverando en la oración. Si hoy tienes un hermano de la fe que atraviesa por un desierto y se ha apartado del camino, mi mejor consejo es que sigas orando por él (Santiago 5:16), así como lo enseña la Biblia. No le juzgues, recuerda que el trabajo del cuerpo de Cristo no es juzgar, es restaurar.