Génesis 3:7 “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales”.
La primera cosa que Adán y Eva sintieron cuando pecaron fue vergüenza. Cuando Adán y Eva pecaron ellos se dieron cuenta de que estaban desnudos y lo primero que hicieron fue taparse, hacerse delantales. La palabra “delantal” puede traducirse como taparrabos, y eso fue lo que hicieron, cubrir sus partes privadas; ese era el plan del hombre y del hombre sin Dios, pues ellos no le preguntaron a Dios que debían hacer, sino que ellos hicieron su propio plan.
¿Cuántas veces decides a la ligera pensando que lo sabes todo y dejas a un lado a Dios?
En Génesis 3:10 dice: “Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”. Al ver este pasaje nos damos cuenta de que Adán y Eva se dieron cuenta de que esas hojas de higuera no eran adecuadas para cubrirlos, porque aun cuando ellos estaban cubiertos con esos taparrabos, aun sentían que estaban desnudos y por instinto sintieron que necesitaban esconderse de Dios.
Génesis 3:21 dice que Dios les hizo túnicas de pieles y los vistió. Dios mismo nos muestra que el hombre no puede resolver por sí mismo el problema del pecado, necesitamos hacerlo a la manera de Dios. La palabra “vestidos” es traducida como abrigos o túnicas. Es una palabra que habla sobre un vestido que cubre el cuerpo por lo menos desde el cuello hasta las rodillas, y a veces inclusive hasta los pies.
El mundo tiene su propia idea de la vestimenta, y usualmente la idea es descubrir el cuerpo, la idea del mundo es: ¡quítate la ropa! ¡Enseña! El mundo tiene ideas distorsionadas, pero al profundizar en la Palabra y al vivirla encontramos que los caminos de Dios son siempre buenos y son lo mejor.
El hombre y mujer piadosos son contracultura, están dispuestos a ir en contra de lo que es común y decir: “esas hojas de higuera, no son suficientes”; Ese es el plan de los hombres, pero no el plan de Dios.
Proverbios 3:7 dice: “No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová y apártate del mal”. El hombre y la mujer de Dios están dispuestos a someterse al plan de Dios, a aceptar su provisión y a decir que la provisión de Dios es lo que realmente es bueno.