Marcos 11:12-13 “Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llego a ella, nada hallo sino hojas, pues no era tiempo de higos”.
Las higueras eran muy apreciadas en la nación de Israel; la pascua era en el mes de Abril, por lo tanto no era tiempo de higos; aunque en Marzo algunas higueras producían unas brevas que salían juntamente con las hojas. Y cuando una higuera tenía muchas hojas en esa época del año, pero no tenía ninguna breva, era indicativo de que esa planta seria estéril.
Juan el Bautista decía en Mateo 3:10 que “el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y que todo árbol que no da fruto será cortado y echado en el fuego”. Esto significa que todo aquel que profesa ser creyente, pero no está dando los frutos que evidencian una verdadera conversión, está en peligro de terminar en el infierno.
Mateo 12:33 dice: “porque por el fruto se conoce el árbol”, no por la hojas, o por lo bien que se vea el follaje. Esa higuera se veía bien a la distancia, pero estaba podrida por dentro. La Biblia nos enseña que “la salvación es por gracia, por medio de la fe, no por obras para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Todo aquel que cree y se arrepiente, manifiesta a través de sus frutos la realidad de su fe y su arrepentimiento.
¿Alguna vez te has visto como un pecador que merece el infierno por causa de tus pecados? ¿Vives una vida de arrepentimiento? ¿Estas luchando contra las tendencias pecaminosas de tu corazón? Uno de los síntomas del arrepentimiento es que desconfías de ti mismo, porque tú sabes que eres pecador.
Examina el estado de tu corazón, ve si realmente estas dando el fruto esperado andando en el Espíritu. “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:23-24).