Colosenses 1:20 “Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”.
Muchas personas tienen una idea superficial de lo que significa ser cristiano; como si fuera hacerse miembro de un club religioso, dejar de hacer ciertas cosas y comenzar a hacer otras como: orar, leer la biblia, ir a la iglesia. Pero la realidad es que para poder ser cristianos tenemos que pasar por una transformación tan profunda, que solamente Dios puede hacerlo.
Cuando Cristo te salvo, tú te encontrabas en una condición deplorable, eras extraño y enemigo. Efesios 2:12 dice: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”.
El hombre necesita reconciliarse con Dios, pero ese cambio no es nada sencillo. Por un lado la justicia de Dios tenía que ser satisfecha y por otro lado el hombre tenía que ser transformado.
Cristo tuvo que venir al mundo como un hombre siendo Dios, y morir como un criminal siendo inocente; para que pecadores como tú y como yo, pudiéramos ser perdonados. Y no solo por los pecados que cometes; sino también por todas las cosas buenas que dejas de hacer. Dice Santiago 4:17: “que al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”.
Cristo también hizo posible la transformación de nuestros corazones enviando al Espirítu Santo para cambiar nuestra rebeldía en obediencia, nuestra oposición en amor. Esto es ser reconciliados. Su justicia perfecta quedo satisfecha, y nuestro corazón fue transformado.