Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

Refrena tu lengua

Santiago 1:26 “si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana”.

Todos somos propensos a cometer pecados al hablar. Es tan fácil pecar con la lengua, que si en realidad deseáramos ser fieles a Dios en esto, redoblaríamos nuestra vigilancia al hablar. Las personas tenemos la tendencia a minimizar los pecados que se cometen con la lengua, pero ¿qué piensa Dios acerca de esto?

En el versículo 25 Santiago nos dice que son bienaventurados los que se esfuerzan por ser hacedores de la Palabra de Dios. La verdadera religión se muestra a través de los frutos. Si tú dices ser creyente debes obedecer la Palabra de Dios. No es suficiente con afirmar que somos cristianos, debemos mostrarlo con nuestros hechos, no con teorías, sino con evidencias claras y tangibles de que estamos luchando en pos de la santidad.

Quizás te consideras verdadero creyente, o tal vez piensas que eres un cristiano maduro por el conocimiento que tienes de la Palabra, pero, ¿qué tanto puedes controlar tu lengua? Porque si no puedes refrenarla, te estas engañando a ti mismo y tu religión es vana.

Nuestro amor a Dios se manifiesta a través del amor al prójimo y nuestro amor al prójimo se manifiesta en el hablar. Es más fácil que pequemos contra nuestro prójimo con la lengua, que a través de cualquier otro pecado.

No debemos engañar nuestro corazón por el hecho de que conocemos algunas cosas de la Palabra de Dios, o porque tenemos una apariencia religiosa. El verdadero creyente tiene la capacidad de refrenar su lengua.

Decía el salmista David en el salmo 39:1 “atenderé a mis caminos para no pecar con mi lengua; guardare mi boca con freno”. Y el Salmos 141:3 David reconoce su propia incapacidad y dice: “Pon guarda a mi boca oh Jehová; guarda la puerta de mis labios”.

David era rey y él sabía lo que eran recamaras guardadas por guardias reales, las cuales, para llegar a ellas tenían que pasar por la supervisión de varios guardias. Hermano(a), si nosotros le pusiéramos estos guardas a nuestra boca, hablaríamos con mucha cautela.

Santiago 1:19 nos dice: “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarse”. Cuidemos nuestro hablar y pongamos freno a nuestras palabras.