Iglesia Cristiana Hashem

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«En Integridad y Sabiduría»

Estudio Bíblico (Martes, 5:00 PM)   |   Culto de Confraternidad (Domingos, 12:00 PM)

Series Activas: «En camino a un avivamiento» Libro de Zacarías (Martes) y «La Iglesia impulsada por la Biblia» (Domingos)

Ríos de agua viva

2 Reyes 5:12 “Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió y se fue enfurecido”

Para Naamán había solo un río que le podía quitar la lepra. Tal vez él quería una limpieza superficial, o tal vez quería una piel nueva. Y tú ¿qué tipo de limpieza quieres?

Hay muchos ríos a los cuales puedes acudir en esta vida: el río de la religiosidad, del materialismo, del moralismo. Y te puede dar cierta satisfacción por cierto tiempo, te puede refrescar un poco. Pero si lo que quieres es una piel nueva para tu alma, solamente hay un río: se llama Jesús; y necesitas ir a lavarte en la preciosa sangre de Cristo para tener una piel nueva como Naamán.

La lepra era una enfermedad incurable y progresiva, que iba invadiendo poco a poco todo el cuerpo. Del mismo modo como el pecado en tu vida, no se conforma con una pequeña parte de tu corazón, el pecado quiere abarcarlo todo.

En Números 12 la hermana de Moisés, María, murmura contra su hermano y Dios le envía una lepra, y dice que María estaba leprosa como la nieve. Es como si el pecado que había en el corazón de María brotara y se pudiera ver en su piel. Hermano(a), si todos esos pecados que escondes en tu corazón se pudieran ver en tu piel, ¿estarías blanco como la nieve?

Tu problema no es la lepra física, sino la lepra espiritual. En Mateo 8:2-3 un leproso se le acercó al Señor Jesús y le dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció”

El Señor Jesús no hizo lo mismo que Eliseo; no lo envió a lavarse al Jordán, porque el Señor Jesucristo es nuestro Jordán, él nos dice: ¡Venid a mí! El Señor Jesucristo es  el único que puede sanar tu lepra espiritual, y carga sobre él nuestra inmundicia. Él es nuestro redentor y sanador, solo en él hay salvación.

Deja de pensar en otros ríos y de satisfacer tu alma con otras cosas, con otras aguas que son temporales. ¡Ven a la fuente de vida eterna!