1 Pedro 1:5-7 “vosotros también, poniendo toda diligencia en esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia; piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor”.
Dios ha provisto recursos increíbles para cada uno de sus hijos. No es lo que tú puedas hacer para Dios; es lo que Dios ha hecho por ti. Y así como él ha hecho y nos ha dado muchísimas cosas; así también cada creyente tiene responsabilidades en su vida cristiana.
Esta palabra “diligencia” significa: esfuerzo, disciplina, y lucha. La vida cristiana tiene algo de todo eso, y es necesario tener diligencia en cualquier área de nuestra vida si quieres tener éxito. Por ejemplo, si quieres estar en forma en el área física, necesitas esforzarte para tener un cuerpo saludable y en forma. De la misma manera en la vida espiritual, debemos esforzarnos y ser diligentes.
El apóstol Pedro no solo nos dice que tenemos esta responsabilidad; sino que también nos da razones maravillosas para ser intencionales respecto a nuestro crecimiento espiritual. Somos beneficiados, “si estas virtudes están en nosotros porque no nos dejarán ser ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:8).
“Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1:9)
“Así que, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2 Pedro 1-10).